martes, 21 de julio de 2009

El Padre Sarmiento y el primer miliario hallado en Pontevedra.


La aparición de dos nuevos miliarios romanos en los alrededores de Pontevedra nos ofrece una ocasión única de referir las curiosas circunstancias que llevaron a la aparición, hace varios siglos, del primer miliario romano en Pontevedra y de hablar de Fray Martín Sarmiento, simplemente conocido como Padre Sarmiento.

El Padre Sarmiento fue un pontevedrés erudito, lingüista, historiador y muchas más cosas. Para conocerlo mejor, digamos ya que es el señor bonachón que preside nuestra entrada. Murió en 1772.

Diez años antes, en 1762, el Padre Sarmiento había conocido a un tal Domingo, cantero de profesión que, tras ejercer en varios puntos dispares de la península, recaló en Madrid, donde a la sazón residía nuestro Padre Sarmiento, benedictino para más datos.

Domingo refirió a Sarmiento que tiempo atrás había visto en las inmediaciones de Pontevedra una curiosa piedra que presentaba unas inscripciones que a Domingo le parecían antiguas. Interrogado para conocer los detalles de la localización exacta de tal piedra, Domingo facilitó al Padre Sarmiento todo lo que conocía sobre el asunto.

El Padre Sarmiento, entonces, escribió a un fraile de Pontevedra, de quien sólo conocemos su nombre de pila, Javier, encargándole que se acercase al lugar o enviase a alguien para comprobar la existencia de la piedra descrita por el cantero Domingo. Javier no hizo ni caso. El padre Sarmiento, un tío tenaz, volvió a escribir a Javier, una carta de la que afortunadamente tenemos copia y que comenzaba así:

"Hermano Javier: bien sabes que soi importuno i nimio en preguntar cuando quiero conocer de raíz una cosa. Supe que una piedra de lagar que hoi está en el lugar de la Almuiña en los confines de Salcedo con Lourizan, creo al poniente de Primadona habia una inscripcion. Te escribí, repetí e insté para que me hicieses el gusto de mandar que alguno la reconociese i que se copiasen a lo menos tres o cuatro letras para conjeturar de que tiempo seria etc"

Sin dar tregua, Fray Martín Sarmiento pasa directamente al reproche y a la bronca:

"No hiciste caso ni te diste por entendido porqué no sabes cuantas y cuales consecuencias se podran inferir de una inscripcion desenterrada."

Era la elegante manera que tenía Fray Martín de decir a Fray Javier: "Pasaste del asunto porque además de ser un vago eres un burro". Conociendo sin duda el carácter del Hermano Javier, Sarmiento continúa la carta facilitando al máximo el encargo. No tiene que ir Fray Javier en persona, pues basta con que envíe a otro. Ese otro, dice el Padre Sarmiento, no tiene siquiera que saber leer o escribir. Basta con que "dibuje" las letras tal y como las vea. Da luego una serie de indicaciones sobre cómo quiere que las letras sean dibujadas:

"Pero cada renglon circular a parte. Que no se pare en que no sabrá por cual letra comenzará. Comience por cualquiera del círculo primero, y que para el segundo comience por la letra que está debajo perpendicular, i así de los demas renglones circulares, que acá coordinaré yo toda la inscripcion; ponganse todos los puntos i señales i que altura tienen las letras..."

Y termina el Padre Sarmiento la carta intentando hacer ver a Javier la importancia del asunto, y de paso nos deja una declaración de amor a la ciudad de Pontevedra:

"Si se copia, si la remites, si la entiendo, i si por ello descubro algo a favor de esta ria, sin duda la verás impresa en los libros del Mro. Florez. No te olvides de este encargo. Madrid i Abril 21 de 1762. Tu hermano Fr. Martin Sarmiento.
"... si sale algo de esto formaré un papel curioso i diré buenas cosas a favor de Boa vila..."

Espoleado por la carta, y suponemos que picado su orgullo, Fray Javier por fin cumple el encargo, ahora con diligencia, pues apenas unos días después, el 19 de Mayo, el Padre Sarmiento vuelve a escribir al Hermano Javier agradeciendo las dos copias que ha recibido de la inscripción y dando cuenta del resultado de la misma. Se trataba de un miliario romano, dedicado al Emperador Adriano y fechado en el año 134 de nuestra era, Y confirmaba el miliario, tal como sostenía Sarmiento, que la Pontevedra romana era lugar de paso obligado entre las actuales ciudades de Braga y Lugo.

Así se descubrió el primero de los miliarios romanos hallados en Pontevedra. El Padre Sarmiento, sin siquiera haberlo visto, partiendo de las indicaciones del cantero Domingo e insistiendo con tozudez al burro de Fray Javier, consiguió descifrar la inscripción dibujada por algún desconocido.

¡Viva el Padre Sarmiento!


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